Escrito en el mes de Abril.
Organicemos un pequeño encuentro, que sea un instante, un momento o incluso una fracción de segundo, tan breve que no duela su huida, pero tan intenso que me haga temblar, tan emocionante que deje una profunda huella en la retina, en el corazón. Tan fugaz que apenas sea, pero tan preciso que tenga la certeza de que fue.
Pequeños encuentros
Mientras ella se despereza
y la mañana aun sigue dormida,
él la observa, ella sonríe.
Y antes que otro adiós
se llene en su boca,
él suplica,
que esta vez no se detenga.
.
Maldito invierno,
que no paró de exigir,
reclamaba caricias,
necesitaba su voz.
Y ahora promesas en el aire,
y ahora despedidas en su rostro,
se desprenden,
que esta vez no duelan.
.
El invierno acabó
y con él terminó
algo que no fue,
ella se fue.
Y en su huida se olvidó
un cuerpo dormido.
Ahora te miro.
Yo te he conocido así,
no se,
quizás te soñé.
.
Entonces solo puede celebrar
la rutina que le queda
de saber que volverá,
de arrancarle esa sonrisa,
de retener en su memoria
aquel pequeño encuentro
que apenas fue.
Después se perderá
en la indiferencia de la ciudad.
.
Quizás tuvieran razón
que aun no es tiempo para rendirse,
que todo queda,
que el amor duele.
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